Reseñas
DRAGON BALL Z: KAKAROT DAIMA: Adventure Through the Demon Realm Part 1- Reseña
Cinco años después de que Dragon Ball Z: Kakarot debutara como la promesa de todo otaku que alguna vez soñó con manejar a Goku
Cinco años después de que Dragon Ball Z: Kakarot debutara como la promesa de todo otaku que alguna vez soñó con manejar a Goku, Bandai Namco todavía no suelta la toalla. Y lo que es más sorprendente: aún tiene ideas frescas.

La última muestra de esto es el nuevo DLC “Daima – Aventura a Través del Reino Demonio”, un giro narrativo muy inesperado. ¿Un DLC basado en un anime que apenas se estrenó?
Un sorpresivo DLC perfecto para DRAGON BALL Z: KAKAROT DAIMA
Lo creas o no, este contenido adicional no solo funciona, sino que —con sus fallos y virtudes— podría ser lo más interesante que ha hecho Kakarot desde que decidimos volver a revivir por enésima vez la saga de Freezer, pero ahora en 4K.
La historia arranca justo después del arco de Majin Buu. El universo parece estar en relativa paz, así que claro, es el momento perfecto para que se abran portales interdimensionales y un nuevo villano demoníaco llamado Gomah se meta hasta la cocina para buscar las Dragon Balls.

¿Para qué? Pues para hacer cosas de malos: dominar, destruir, torturar… lo que haga falta.
Pero lo realmente jugoso aquí es la premisa absurda pero encantadora: Goku y compañía son transformados en versiones infantiles de sí mismos. Sí, otra vez Goku niño. Porque nada dice “nuevo arco argumental” como ponerle una mochila escolar al saiyajin más poderoso del universo y quitarle la capacidad de volar.
Los cambios de gameplay mejoran la experiencia
La decisión de impedirnos volar parece, en papel, una regresión. Pero es una jugada maestra. Volver a caminar, correr, explorar cuevas y recolectar objetos a pie suena a castigo para quienes vienen de lanzar Genki Damas desde el cielo.
Pero no: es una delicia nostálgica que remite a las primeras aventuras de Dragon Ball, aquellas en las que una nube voladora era la cúspide del lujo aéreo y las aventuras eran más terrenales, tanto en escala como en corazón.

Y es aquí donde el DLC empieza a brillar: te fuerza a sentir el mundo. Cada camino recorrido, cada ítem recogido, cada conversación con NPCs tiene un peso que se había diluido en la velocidad vertiginosa del juego base.
El Reino Demonio, con su estética gótica de feria medieval, mezcla pantanos viscosos, aldeas temblorosas y cielos morados. Todo esto sin perder el colorido absurdo que define a Dragon Ball.
Además del ya mencionado Goku niño, nuestro equipo lo completan:
- Shin versión joven, aún igual de perdido en su rol cósmico como siempre.
- Glorio, el emo misterioso que no sonríe ni cuando salva a un orfanato.
- Panzy, el alma alegre del grupo.
La química entre estos personajes es curiosamente natural. No estamos ante frases huecas ni personajes que existen solo para soltar exposición.
Aquí hay bromas, pequeños chismes existenciales, diálogos que fluyen como si esta fuera su historia, y no simplemente un apéndice reciclado del canon.
Kakarot se siente mejor que nunca
El guion toma riesgos, sobre todo considerando que gran parte del público todavía ni ha visto la serie de Daima. Pero curiosamente, eso ayuda.
Como jugador, llegas sin expectativas ni spoilers, y te sumerges en un mundo que parece paralelo pero con corazón propio. Y eso se agradece.
La jugabilidad se mantiene fiel a la fórmula de Kakarot: combates en arenas amplias, orbes para recolectar, recetas de cocina para potenciar stats, y eventos aleatorios que te atacan cuando menos lo esperas.

Pero hay pequeños ajustes que hacen la diferencia. Las batallas de incursión —donde te lanzan oleadas de enemigos— son brutales, divertidas y sorprendentemente estratégicas si no quieres terminar mordiendo el polvo a los cinco minutos.
Los compañeros también aportan lo suyo. Glorio y Shin no son meros adornos: sus habilidades pueden ser cruciales. El hecho de que puedas activar sus poderes (como la curación de Shin) manualmente añade una capa de gestión que no esperábamos en un DLC.
Y los jefes finales… qué decir. Son espectaculares, sí, pero te obligan a usar todo lo aprendido. No puedes limitarte a lanzar ataques como loco y esperar lo mejor. Aquí, si no esquivas, te vas al lobby del Otro Mundo sin pasar por la casilla de Kami-sama.
Muy corta la aventura
Aquí va el único gran problema de este DLC: se siente incompleto. No por falta de contenido, ojo. Las 10 horas que ofrece están llenas de acción, diálogos y momentos genuinos. Pero todo se siente como el primer acto de algo más grande.

El cliffhanger final no solo sabe a poco, sino que hace evidente que esta historia necesita aire para desarrollarse, y no se lo dieron.
Es frustrante, sobre todo porque el DLC tiene corazón, alma y huevos demoníacos gigantes. Merecía cerrarse con dignidad.
Durante las cinemáticas, algunos efectos de sonido desaparecen sin explicación. Imagina ver a Goku transformarse en Super Saiyajin… en completo silencio. ¿Impactante? Sí. ¿Intencional? No. Estos pequeños fallos no arruinan la experiencia, pero sí te sacan de ella. Esperemos que un parche lo solucione antes de que alguien empiece a pensar que esto es arte conceptual.
Obligatorio para los fans de DB
Si eres fan de Dragon Ball, este DLC no solo vale la pena, sino que probablemente te devuelva la fe en que esta franquicia todavía puede contar historias que no dependan exclusivamente de cuántos rayos puedes lanzar por segundo.
Daima – Aventura a Través del Reino Demonio es un experimento valiente. Funciona no por ser perfecto, sino por entender qué hacía especial a Dragon Ball cuando Goku aún no podía destruir planetas de un estornudo.
Es una carta de amor al espíritu aventurero, con una estética atractiva, personajes entrañables y combates que, aunque simples, no cansan.
¿Podría haber sido mejor? Sí. ¿Debería haberse lanzado completo? Por supuesto. Pero incluso con sus imperfecciones, este DLC es uno de los mejores argumentos a favor de mantener vivo a Kakarot cinco años después de su estreno.
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Cine
DEPREDADOR: TIERRAS SALVAJES (2025) | Reseña
Conoce más de la inflexible cultura Yautja en esta nueva entrega de Depredador, la cual está llena de acción y hasta sus dosis de humor
Conoce más de la inflexible cultura Yautja en esta nueva entrega de Depredador, la cual está llena de acción y hasta sus dosis de humor. Te contamos qué tal está en nuestra reseña.
Corría el año de 1987 cuando apareció una película con un formato inicial que parecía encasillarla dentro del montón de historias del género de acción, con un comando adentrándose en la selva como equipo de rescate. La historia se tuerce hasta combinarse con ciencia ficción y presentarnos a uno de los aliens más letales del universo: la imponente figura del Yautja.
La saga del “Depredador” ha pasado por varios directores y temáticas, historias no siempre afortunadas y hasta un crossover con el Xenomorfo de “Alien” que sostuvo apenas el interés por este experto cazador. Afortunadamente en el 2022 el director Dan Trachtenberg se hizo cargo del nuevo spin off de la serie, con una historia situada en el siglo 18, este nuevo paraje, además de una historia sólida y buenos acabados técnicos, revivieron el interés por la saga y “Prey” fue todo un éxito. Después de una paseo por la animación con “Cazador de asesinos”, el Yautja regresa a pantalla grande nuevamente de la mano de Dan Trachtenberg y tiene varios aciertos pero también pequeños detalles que pueden dividir al público. Sigue leyendo para enterarte de nuestra opinión y no te preocupes que esta reseña estará libre de spoilers.

¿DE QUÉ TRATA “DEPREDADOR: TIERRAS SALVAJES”
La historia arranca en Yautja Prime, planeta de la raza de cazadores, ahí conocemos a “Dek” (Dimitrius Schuster-Koloamatangi), un Yautja menospreciado por su tamaño pero con un ímpetu indomable que intenta ganarse el respeto de su padre. Para ello decide ir a Genna, un peligroso planeta, hogar de una bestia que se dice imposible de cazar, sin embargo el código Yautja y el orgullo de su padre hace que la muerte sea su sentencia, así que el hermano de Dek lo salva, enviándolo al peligroso planeta con el objetivo de cazar a la única bestia capaz de hacer que su padre por fin lo acepte como uno de ellos.
Dek aterriza en el planeta Genna y se da cuenta que prácticamente todo lo que ahí habita es letal, así que su primer cacería bien podría convertirse en la última.

CHIQUITO PERO PICOSO
Solo necesitarán unos segundos para apreciar el gran empeño que el equipo de efectos especiales necesitó para darle vida a cada uno de los paisajes que aparecen en la película, desde el hogar de los Yautja hasta el planeta asesino en el que pasará la mayor parte de la historia. Sin duda los efectos especiales son un gran atractivo dentro de una película que casi siempre se ve bien en este sentido, desde los enormes parajes hasta los pequeños detalles, es efectiva en hacernos sentir dentro de este universo y sus emocionantes batallas.
Los efectos especiales hacen equipo con el maquillaje, vestuario y equipo humano que le aporta realidad y corazón a la película, a pesar de que muchas son escenas digitales, las coreografías son emocionantes, la cámara muy fluida y la acción es constante, casi sin parar dentro de sus poco menos de dos horas de duración.
Si bien la música no es particularmente excepcional, es cumplidora al momento de reforzar los ambientes de la película, yo tuve oportunidad de verla en IMAX y la música es un constante trancazo al pecho, sobre todo durante las peleas.
Las motivaciones de Dek vienen de la tragedia y de ser siempre menospreciado, no solo por su raza sino por su propio padre, sin embargo el personaje se nos presenta capaz de manera física y con un temple inamovible aún ante la situación más temeraria. Lo que vemos aquí no es como tal un crecimiento típico del “camino del héroe”, sino una bestia imparable que poco a poco irá descubriendo que lo que el pensaba eran debilidades, se pueden convertir en fortalezas, lo cual hace que nos interesemos en todo momento por su destino.

UN YAUTJA PG-13
Dentro de toda la saga de “Depredador”, esta nueva entrega tiene la característica de tener la clasificación de edad más baja en todas sus versiones, ni siquiera el universo animado se atrevió a bajar la casi inamovible clasificación C y esta es una decisión que se nota para bien y para mal, por lo que será el principal punto de quiebre para los fanáticos (sobre todo los más viejos).
Podría hacer teoría de las razones por las cuales este “Depredador” es más amigable, pero me centraré en lo que tenemos dentro de la película, si bien es justo mencionar que no se extraña tanto la sangre y muertes (hay bastantes), la clasificación pegó sobre todo en el ambiente “familiar” con el que cuenta ahora la película, que por momentos se siente como una versión terrorífica de “Lilo y Stitch”, el insensible e imparable cazador tiene que unir fuerzas con nuevos personajes que le darán cierta humanidad, si me lo preguntan, es funcional para la historia y correcto para su ambiente, sin embargo se siente casi una traición al espíritu de las entregas anteriores.
El humor será otro de los momentos que dividirán a la audiencia, y es que, definitivamente es adecuado para la película, pero por momentos se les olvidará que están viendo una historia del “Depredador”, y la sentirán más cercana a “Los Vengadores” o “Guardianes de la Galaxia”, en donde las concesiones por parte del guion para que la historia siga avanzando no serán pocas y necesitarán que ustedes como espectadores fluyan con la historia para no pasarla mal.

VEREDICTO
“Depredador: Tierras salvajes” será recordada de dos maneras posibles: por un lado es una historia algo genérica pero con buen acabado capaz de entretener a los espectadores y que se vuelve por lo tanto en una buena y palomera opción de fin de semana. Por otro lado puede convertirse también en una película genérica que escupe a la saga original y deja incertidumbre acerca de la dirección que tomará la saga a partir de ahora.
Honestamente me la pasé bien, creo que fui capaz de separarme de la obra original y disfrutar la película como lo que es, un intento por regresar al Depredador al interés de las nuevas generaciones, pero para ello se agarra de sitios comunes que se han probado exitosos en otras películas, restándole originalidad pero apostando por la seguridad de que todos salgan con una sonrisa cuando la pantalla se vaya a negro (no se vayan tan rápido que hay escena mid credits). El trabajo de Elle Fanning es suficiente y sabe su lugar de patiño frente a la figura principal, las escenas son grandilocuentes y la historia sale avante sobre todo gracias a que casi no te dará respiro, además de ciertos guiños y toques de nostalgia para los sobrevivientes de los inicios de esta saga.
Como conclusión, es muy posible que “Depredador: Tierras Salvajes” NO sea la continuación que muchos esperábamos, pero si el blockbuster palomero que la productora intentó. Si esta decisión fue la correcta, quedará a juicio de ustedes cuando acudan a verla a partir de este 6 de noviembre en salas mexicanas.
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Reseñas
The Outer Worlds 2 — Reseña
The Outer Worlds 2 pertenece a un incómodo punto medio: no es brillante ni espantoso, sino una curiosa mezcla de virtudes y defectos
En muchos sentidos, es más fácil escribir sobre juegos geniales o desastrosos que sobre los que se quedan a medio camino.The Outer Worlds 2 pertenece a ese incómodo punto medio: no es brillante ni espantoso, sino una curiosa mezcla de virtudes y defectos que lo hacen tan fascinante como frustrante.

Y eso sin contar el elefante en la habitación: su contexto corporativo, que inevitablemente empaña la conversación sobre su lanzamiento. Pero vamos por partes.
El regreso del sarcasmo espacial
Si nunca jugaste el primero, The Outer Worlds 2 es básicamente lo que pasaría si Fallout se mudara al espacio y tomara un curso de sátira política. Obsidian vuelve a lo que mejor sabe hacer: un RPG de disparos en primera persona donde el humor, las decisiones y los dilemas morales van de la mano.

Eres el Comandante del Directorio de la Tierra, una especie de sheriff interplanetario encargado de poner orden en Arcadia, un conjunto de colonias humanas infestadas de burocracia, propaganda y compañías que creen que vender salchichas enlatadas es un acto de patriotismo.
La personalización del personaje sigue siendo un punto fuerte. Puedes moldear tu héroe (o antihéroe) a tu gusto, decidiendo si resolverás los problemas con plomo, labia o pura improvisación. No hay una habilidad dominante: todo tiene su utilidad, incluso la Medicina, algo que rara vez se puede decir en un shooter.
Lo más interesante es que el juego no te deja “respecar” habilidades: tus decisiones son permanentes. ¿Invertiste todos tus puntos en diálogo y ahora necesitas forzar una puerta? Mala suerte. Pero siempre hay rutas alternativas: rejillas de ventilación, terminales de hackeo o llaves perdidas. El diseño evita frustrar al jugador y recompensa la creatividad.
Rasgos, defectos y mucho humor negro
El sistema de rasgos y desventajas regresa con más estilo que nunca. Puedes elegir hasta dos ventajas, pero si vas por la segunda, también adquieres un defecto. Y aquí es donde The Outer Worlds 2 brilla: las desventajas son tan graciosas como útiles.
Tomemos mi favorita: “Tonto”. Te bloquea varias habilidades clave, pero desbloquea opciones de diálogo absurdamente divertidas. Es una desventaja que, en cierto modo, te premia por no tomarte tan en serio este universo hiperconsumista y delirante.

El humor sigue siendo la columna vertebral del juego. Soldados que cantan jingles de salchichas, matemáticos fanáticos que rezan ecuaciones, y corporativos que te descuentan cada bala de tu salario. Es Black Mirror con anuncios de cereales.
Facciones: capitalismo o fanatismo, elige tu veneno
Obsidian no es sutil, pero no necesita serlo. Las facciones del juego representan los extremos de nuestra realidad:
Auntie’s Choice, la mega corporación, es una oda al capitalismo salvaje. Sus empleados viven para trabajar, consumen solo productos de la marca y miden su valor por cuántos turnos dobles pueden soportar sin colapsar.
La Orden, en cambio, encarna el dogmatismo científico: creen en “La Ecuación Absoluta”, una fórmula mística que resolverá todos los conflictos del universo… algún día. Mientras tanto, ignoran los problemas reales y mueren convencidos de tener la razón.

Ambas ideologías están tan caricaturizadas que rozan lo ridículo, pero justo ahí radica la gracia. The Outer Worlds 2 no te sermonea, te pone un espejo deformante enfrente.
En un momento, debes mediar entre refugiados de guerra y fanáticos matemáticos que quieren echarlos de su asentamiento “porque las ecuaciones lo predicen”. No hay solución correcta, y ese es el punto.
Compañeros: el alma del juego
Los compañeros son uno de los mayores aciertos del juego. Cada uno aporta una perspectiva distinta, y las conversaciones entre ellos enriquecen el viaje más que muchas misiones. Tristan, por ejemplo, es un exárbitro del Protectorado (una especie de Juez Dredd corporativo) que empieza a cuestionar todo lo que creía sobre autoridad y justicia.

Sin embargo, no todos brillan igual. Inez, una exmercenaria de Auntie’s Choice, tiene contradicciones molestas: defiende a los trabajadores, pero se escandaliza cuando realmente luchas por ellos. En parte, esa hipocresía parece intencional, una crítica al “activismo de escritorio” moderno… pero a veces da más coraje que risa.
Combate y progresión: el eslabón débil
El sistema de combate mejora respecto al original, pero sigue sin sentirse del todo bien. Las armas de biomasa, por ejemplo, son un suplicio: lentas, poco precisas y con animaciones interminables. Solo los revólveres pesados y rifles de francotirador ofrecen verdadera satisfacción.

Las modificaciones de armas tampoco ayudan. Una vez encuentras un arma que encaja con tu estilo, el incentivo para cambiarla es mínimo. En mi caso, el rifle de francotirador que obtuve a mitad del juego fue suficiente hasta el final… al menos hasta que encontré la “Trituradora de Balas”, una ametralladora que combina todos los tipos de munición y nunca se recarga. Sí, está tan rota como suena.
Exploración: entre mazmorras brillantes y planetas vacíos
El mundo abierto es, irónicamente, lo menos interesante. Aunque los paisajes de Arcadia son visualmente atractivos, la exploración se siente monótona. Caminas entre llanuras casi vacías con alguna que otra criatura aleatoria o edificio abandonado.
Pero las mazmorras, en cambio, son un deleite. Obsidian demuestra su maestría en el diseño de niveles: múltiples rutas, puzzles, trampas, recompensas y narrativa ambiental en cada rincón. Una misión secundaria en la que pirateas trampas para usarlas contra tus enemigos fue, fácilmente, uno de los mejores momentos del juego.

Donde The Outer Worlds 2 realmente muestra su genio es en los detalles. La nave insignia de Auntie’s Choice es un festival de sátira corporativa: anuncios constantes, slogans pegajosos, empleados robotizados y oficinas donde los descansos están cronometrados.
El contraste con los planetas exteriores —nevados, áridos o selváticos— es notable, pero también irregular. Cuando el juego abandona la sátira para enfocarse solo en la exploración, pierde parte de su identidad.
Entre lo grandioso y lo vacío
The Outer Worlds 2 es un juego de contrastes. Su narrativa, su construcción de mundo y sus sistemas de rol son brillantes. Pero su combate, ritmo y diseño abierto se sienten mediocres. Tiene momentos de genialidad seguidos de largos tramos de… nada.
Es un título que constantemente roza la excelencia sin llegar a tocarla. Terminarlo deja una sensación de satisfacción parcial, como si hubieras comido un gran platillo sin guarnición.

Aquí es donde las cosas se complican. Obsidian Entertainment sigue siendo uno de los estudios más talentosos de la industria, pero ahora forma parte de Xbox Game Studios, es decir, de Microsoft. Y Microsoft, como sabemos, atraviesa un periodo turbulento de despidos, cierres y decisiones cuestionables.
El resultado de The Outer Worlds 2
The Outer Worlds 2 es una sátira espacial brillante atrapada en un cuerpo de shooter promedio. Su guion, sus diálogos y su crítica social son de lo mejor que ofrece el RPG moderno, pero su combate, ritmo y exploración diluyen parte de su potencial.
Obsidian entrega una obra que fascina tanto como desespera, y que refleja —quizás demasiado bien— los males del sistema que parodia. No es el juego del año, pero sí uno de los más interesantes para discutir.
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Jugabilidad
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Historia
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Gráficos
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Narrativa
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Qualities of Life
The Outer Worlds 2
The Outer Worlds 2 es una sátira espacial brillante atrapada en un cuerpo de shooter promedio. Su guion, sus diálogos y su crítica social son de lo mejor que ofrece el RPG moderno, pero su combate, ritmo y exploración diluyen parte de su potencial.
Obsidian entrega una obra que fascina tanto como desespera, y que refleja —quizás demasiado bien— los males del sistema que parodia. No es el juego del año, pero sí uno de los más interesantes para pasarla bien.
Reseñas
Once Upon a Katamari – Reseña
Después de muchos años sin una nueva entrega, Once Upon a Katamari marca el regreso de una de las sagas más extravagantes de Bandai Namco.
Después de muchos años sin una nueva entrega, Once Upon a Katamari marca el regreso de una de las sagas más extravagantes y queridas de Bandai Namco. Esta vez, el Príncipe y su padre, el Rey del Cosmos, se meten en un enredo que involucra viajes en el tiempo, lo que nos lleva a rodar nuestros katamaris a través de distintas épocas históricas y lugares del mundo. Desde la prehistoria hasta el futuro, todo se presta para hacer lo que más nos gusta: rodar, rodar y rodar hasta dejar el escenario vacío.

Como en todas las entregas anteriores, la historia sigue siendo un simple pretexto para disfrutar del caos y la diversión. Pero esa simplicidad siempre ha sido parte del encanto de Katamari.
Apartado artístico
Visualmente, el juego mantiene su estilo colorido y caricaturesco, con escenarios llenos de detalles, objetos absurdos y esa estética tan única que ha acompañado a la franquicia desde sus inicios. No intenta ser realista, y eso está bien, Katamari siempre ha destacado por su identidad visual tan peculiar.

El salto temporal entre niveles aporta una gran variedad de ambientes, lo cual se agradece. Rodar en la era medieval, en Egipto o en un Tokio futurista hace que cada partida se sienta diferente. Sin embargo, hay momentos en que el rendimiento baja ligeramente, sobre todo cuando el katamari ya es enorme y hay miles de objetos en pantalla.
El soundtrack es simplemente excelente. Mantiene esa mezcla entre lo excéntrico y lo alegre que caracteriza a Katamari, con temas nuevos y también algunos clásicos de entregas pasadas. Es una de esas bandas sonoras que te sacan una sonrisa incluso cuando solo estás navegando por el menú.

Jugabilidad
Aquí es donde las cosas se mantienen fieles a la fórmula original. La mecánica sigue siendo la misma, recolectar todo lo que puedas para formar la bola más grande posible dentro del tiempo límite. Lo nuevo llega con minijuegos, desafíos extra y un modo multijugador en línea que agrega bastante rejugabilidad. Competir contra tus amigos o la IA para ver quién hace el katamari más grande es algo que, honestamente es muy divertido.
También hay una amplia personalización, puedes cambiar el aspecto de tu personaje, los colores de tu katamari, usar sombreros, máscaras o incluso diferentes rostros. Todo se desbloquea al completar misiones y retos, lo que motiva a seguir jugando.

Pero no todo brilla, aunque la rejugabilidad es alta, a veces puede sentirse repetitiva o frustrante, sobre todo cuando necesitas rejugar un nivel varias veces para conseguir objetos ocultos o alcanzar la puntuación perfecta. Y si bien los controles fueron “mejorados”, todavía se sienten torpes en algunos momentos, especialmente con la cámara, que puede arruinar más de una partida. Eso sí, se agradece poder elegir entre el modo clásico o el moderno de control, dependiendo de cómo prefieras jugar.
Conclusión
Once Upon a Katamari es un regreso encantador a una saga que muchos pensaban olvidada. Mantiene intacta su esencia, introduce ideas nuevas y conserva ese toque de locura que la hace tan única. A pesar de sus problemas con los controles y cierta sensación de repetición, el juego logra lo más importante, ser divertido.
No es un título para todo el mundo, su estilo tan particular puede no gustarle a algunos, pero si disfrutas de juegos ligeros, creativos y con personalidad, definitivamente vale la pena darle una oportunidad.
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Once Upon a Katamari
No es un título para todo el mundo, su estilo tan particular puede no gustarle a algunos, pero si disfrutas de juegos ligeros, creativos y con personalidad, definitivamente vale la pena darle una oportunidad.
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