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Unholy | Reseña libre de spoilers y de mensajes sectarios 

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Una propuesta de suspenso interesante tipo “Serie B” que hace lo mejor que puede con el presupuesto que tiene.

Otoño ha llegado y con su inicio nos vamos preparando para la esperada temporada de “espantos” con la llegada Unholyun juego que mezcla el suspenso con el terror muy al estilo de otros títulos en primera persona en donde debemos estar escapando, (como “Cinco Noches en Freddys” o “Outcast”), pero que busca su propia identidad con una historia sobrenatural en la que el fin justificará el vender nuestra alma ¿Vale la pena? A continuación les cuento.


“Uno como sea…”

La historia de Unholy nos sitúa en un mundo que se rige por una religión conocida como Spring of Eternity, en donde tomaremos el papel de Dorothea quien, bajo la promesa de salvar el alma de su hijo Gabriel, se involucra en una aventura sobrenatural en la Eternal City, un mundo sobrenatural que acorde a este culto es el paraiso, pero cuando llegamos ahí nos damos cuenta de que en realidad luce más como una especie de purgatorio o hasta el mismo infierno; para nuestra misión contaremos con una resortera espectral y usaremos distintas Máscaras que nos darán cierta ventaja para sortearnos por las calles de esta ciudad maldita, siendo el sigilo y la astucia para usar el entorno para escapar de nuestros enemigos nuestras verdaderas armas.


Una mezcla de géneros conocidos con su toque único.

Como mencioné en un inicio, Unholy es un juego en primera persona muy al estilo de títulos como Outcast, en el que tendremos que ir resolviendo acertijos y recolectando información para empaparnos con el lore del juego y en donde la acción pasa a un segundo plano para dar pie al sigilo y el estar escapando y ocultándonos de los distintos enemigos que hay en el juego, muchas veces debiendo usar el entorno para ello.

Además, tendremos a nuestra disposición una onda o resortera que nos ayudará a avanzar en el juego y a veces a enfrentarnos a ciertos enemigos (ya que no es realmente un arma, sino una herramienta, pues como mencioné, se busca que el suspenso y el sigilo sean los factores principales del juego), además de que iremos recolectando distintas máscaras que nos darán habilidades para completar las misiones.


Sin embargo estas mecánicas no son para todos, ya que sino les gustan este tipo de juegos con poca acción y donde debemos estar escapando y escondiéndonos, encontrarán el juego tedioso, con todo y el interesante lore que se ha hecho alrededor de este y si a eso le agregamos acertijos sencillos sencillos que pueden resolverse mediante prueba y error, encontrarán el juego un tanto aburrido.


Eso sí, la ambientación y escenarios son bastante interesantes para retratar una ciudad en podredumbre, pero cuenta con poca variedad en el diseño de los enemigos.


Problemas técnicos.

El juego con todo y que es un indie, cuenta con gráficas suficientes para hacer una experiencia inmersiva y disfrutar del interés te diseño de escenarios y la historia del juego y el trasfondo que iremos descubriendo, pero sin estar al nivel de la generación actual, sin embargo, es en las cinemáticas y algunas animaciones donde el juego pareciera ser de hace dos generaciones, no solo a nivel gráfico o, sino también en mecánicas y quienes más van resentir esto último son los fans de este género  ya que realmente no propone nada nuevo y en cambio, puede llegar a sentirse como una mezcla de títulos ya conocidos.

Asimismo, el juego sufre de algunos problemas técnicos que van desde no detectar el control (en PS5 me pasó cuando puse en modo reposo la consola y al intentar regresar el juego no respondía al control, debiendo reiniciarlo) y aunque es un juego lineal, hay momentos donde pareciera que podemos quedar atorados ya que el juego exige encontrar el lugar preciso por donde debemos avanzar, lo cual a veces no queda claro.


Y si bien la mayoría de sus acertijos son sencillos, la dificultad de los que son “complejos” radica en la imprecisión de sus pistas (y no hablo de algo tipo el piano de Silent Hill), y al final sin querer se terminan resolviendo mediante prueba y error.


Conclusión.

Unholy es un juego complicado de recomendar, puesto que va dirigido al nicho de  quienes disfrutan de títulos como Outcast; cuenta con un lore bien construido y una ambientación y escenarios de miedo, lo cual hacen una propuesta interesante con todo y que utiliza una fórmula conocida de este subgénero de suspenso/terror/escape y de no ser por su precio de $35.00 dólares (que traducido a pesos MX es un precio alto), sin duda diría que le dieran una oportunidad, pero lo cierto es que lo recomiendo solo para quienes disfrutan de este género y que ya hayan probado otros títulos más conocidos del “género”. El juego cuenta con una duración de unas 8 horas.

Unholy ya está disponible en PS5, Xbox Series X|S y PC.

6.5/10

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The Outer Worlds 2 — Reseña

The Outer Worlds 2 pertenece a un incómodo punto medio: no es brillante ni espantoso, sino una curiosa mezcla de virtudes y defectos

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The Outer Worlds 2

En muchos sentidos, es más fácil escribir sobre juegos geniales o desastrosos que sobre los que se quedan a medio camino.The Outer Worlds 2 pertenece a ese incómodo punto medio: no es brillante ni espantoso, sino una curiosa mezcla de virtudes y defectos que lo hacen tan fascinante como frustrante.

Y eso sin contar el elefante en la habitación: su contexto corporativo, que inevitablemente empaña la conversación sobre su lanzamiento. Pero vamos por partes.

El regreso del sarcasmo espacial

Si nunca jugaste el primero, The Outer Worlds 2 es básicamente lo que pasaría si Fallout se mudara al espacio y tomara un curso de sátira política. Obsidian vuelve a lo que mejor sabe hacer: un RPG de disparos en primera persona donde el humor, las decisiones y los dilemas morales van de la mano.

Eres el Comandante del Directorio de la Tierra, una especie de sheriff interplanetario encargado de poner orden en Arcadia, un conjunto de colonias humanas infestadas de burocracia, propaganda y compañías que creen que vender salchichas enlatadas es un acto de patriotismo.

La personalización del personaje sigue siendo un punto fuerte. Puedes moldear tu héroe (o antihéroe) a tu gusto, decidiendo si resolverás los problemas con plomo, labia o pura improvisación. No hay una habilidad dominante: todo tiene su utilidad, incluso la Medicina, algo que rara vez se puede decir en un shooter.

Lo más interesante es que el juego no te deja “respecar” habilidades: tus decisiones son permanentes. ¿Invertiste todos tus puntos en diálogo y ahora necesitas forzar una puerta? Mala suerte. Pero siempre hay rutas alternativas: rejillas de ventilación, terminales de hackeo o llaves perdidas. El diseño evita frustrar al jugador y recompensa la creatividad.

Rasgos, defectos y mucho humor negro

El sistema de rasgos y desventajas regresa con más estilo que nunca. Puedes elegir hasta dos ventajas, pero si vas por la segunda, también adquieres un defecto. Y aquí es donde The Outer Worlds 2 brilla: las desventajas son tan graciosas como útiles.

Tomemos mi favorita: “Tonto”. Te bloquea varias habilidades clave, pero desbloquea opciones de diálogo absurdamente divertidas. Es una desventaja que, en cierto modo, te premia por no tomarte tan en serio este universo hiperconsumista y delirante.

El humor sigue siendo la columna vertebral del juego. Soldados que cantan jingles de salchichas, matemáticos fanáticos que rezan ecuaciones, y corporativos que te descuentan cada bala de tu salario. Es Black Mirror con anuncios de cereales.

Facciones: capitalismo o fanatismo, elige tu veneno

Obsidian no es sutil, pero no necesita serlo. Las facciones del juego representan los extremos de nuestra realidad:

Auntie’s Choice, la mega corporación, es una oda al capitalismo salvaje. Sus empleados viven para trabajar, consumen solo productos de la marca y miden su valor por cuántos turnos dobles pueden soportar sin colapsar.

La Orden, en cambio, encarna el dogmatismo científico: creen en “La Ecuación Absoluta”, una fórmula mística que resolverá todos los conflictos del universo… algún día. Mientras tanto, ignoran los problemas reales y mueren convencidos de tener la razón.

Ambas ideologías están tan caricaturizadas que rozan lo ridículo, pero justo ahí radica la gracia. The Outer Worlds 2 no te sermonea, te pone un espejo deformante enfrente.

En un momento, debes mediar entre refugiados de guerra y fanáticos matemáticos que quieren echarlos de su asentamiento “porque las ecuaciones lo predicen”. No hay solución correcta, y ese es el punto.

Compañeros: el alma del juego

Los compañeros son uno de los mayores aciertos del juego. Cada uno aporta una perspectiva distinta, y las conversaciones entre ellos enriquecen el viaje más que muchas misiones. Tristan, por ejemplo, es un exárbitro del Protectorado (una especie de Juez Dredd corporativo) que empieza a cuestionar todo lo que creía sobre autoridad y justicia.

Sin embargo, no todos brillan igual. Inez, una exmercenaria de Auntie’s Choice, tiene contradicciones molestas: defiende a los trabajadores, pero se escandaliza cuando realmente luchas por ellos. En parte, esa hipocresía parece intencional, una crítica al “activismo de escritorio” moderno… pero a veces da más coraje que risa.

Combate y progresión: el eslabón débil

El sistema de combate mejora respecto al original, pero sigue sin sentirse del todo bien. Las armas de biomasa, por ejemplo, son un suplicio: lentas, poco precisas y con animaciones interminables. Solo los revólveres pesados y rifles de francotirador ofrecen verdadera satisfacción.

Las modificaciones de armas tampoco ayudan. Una vez encuentras un arma que encaja con tu estilo, el incentivo para cambiarla es mínimo. En mi caso, el rifle de francotirador que obtuve a mitad del juego fue suficiente hasta el final… al menos hasta que encontré la “Trituradora de Balas”, una ametralladora que combina todos los tipos de munición y nunca se recarga. Sí, está tan rota como suena.

Exploración: entre mazmorras brillantes y planetas vacíos

El mundo abierto es, irónicamente, lo menos interesante. Aunque los paisajes de Arcadia son visualmente atractivos, la exploración se siente monótona. Caminas entre llanuras casi vacías con alguna que otra criatura aleatoria o edificio abandonado.

Pero las mazmorras, en cambio, son un deleite. Obsidian demuestra su maestría en el diseño de niveles: múltiples rutas, puzzles, trampas, recompensas y narrativa ambiental en cada rincón. Una misión secundaria en la que pirateas trampas para usarlas contra tus enemigos fue, fácilmente, uno de los mejores momentos del juego.

Donde The Outer Worlds 2 realmente muestra su genio es en los detalles. La nave insignia de Auntie’s Choice es un festival de sátira corporativa: anuncios constantes, slogans pegajosos, empleados robotizados y oficinas donde los descansos están cronometrados.

El contraste con los planetas exteriores —nevados, áridos o selváticos— es notable, pero también irregular. Cuando el juego abandona la sátira para enfocarse solo en la exploración, pierde parte de su identidad.

Entre lo grandioso y lo vacío

The Outer Worlds 2 es un juego de contrastes. Su narrativa, su construcción de mundo y sus sistemas de rol son brillantes. Pero su combate, ritmo y diseño abierto se sienten mediocres. Tiene momentos de genialidad seguidos de largos tramos de… nada.

Es un título que constantemente roza la excelencia sin llegar a tocarla. Terminarlo deja una sensación de satisfacción parcial, como si hubieras comido un gran platillo sin guarnición.

Aquí es donde las cosas se complican. Obsidian Entertainment sigue siendo uno de los estudios más talentosos de la industria, pero ahora forma parte de Xbox Game Studios, es decir, de Microsoft. Y Microsoft, como sabemos, atraviesa un periodo turbulento de despidos, cierres y decisiones cuestionables.

El resultado de The Outer Worlds 2

The Outer Worlds 2 es una sátira espacial brillante atrapada en un cuerpo de shooter promedio. Su guion, sus diálogos y su crítica social son de lo mejor que ofrece el RPG moderno, pero su combate, ritmo y exploración diluyen parte de su potencial.

Obsidian entrega una obra que fascina tanto como desespera, y que refleja —quizás demasiado bien— los males del sistema que parodia. No es el juego del año, pero sí uno de los más interesantes para discutir.

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  • Jugabilidad
  • Historia
  • Gráficos
  • Narrativa
  • Qualities of Life
3.6

The Outer Worlds 2

The Outer Worlds 2 es una sátira espacial brillante atrapada en un cuerpo de shooter promedio. Su guion, sus diálogos y su crítica social son de lo mejor que ofrece el RPG moderno, pero su combate, ritmo y exploración diluyen parte de su potencial.

Obsidian entrega una obra que fascina tanto como desespera, y que refleja —quizás demasiado bien— los males del sistema que parodia. No es el juego del año, pero sí uno de los más interesantes para pasarla bien.

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Once Upon a Katamari – Reseña

Después de muchos años sin una nueva entrega, Once Upon a Katamari marca el regreso de una de las sagas más extravagantes de Bandai Namco.

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Después de muchos años sin una nueva entrega, Once Upon a Katamari marca el regreso de una de las sagas más extravagantes y queridas de Bandai Namco. Esta vez, el Príncipe y su padre, el Rey del Cosmos, se meten en un enredo que involucra viajes en el tiempo, lo que nos lleva a rodar nuestros katamaris a través de distintas épocas históricas y lugares del mundo. Desde la prehistoria hasta el futuro, todo se presta para hacer lo que más nos gusta: rodar, rodar y rodar hasta dejar el escenario vacío.

Como en todas las entregas anteriores, la historia sigue siendo un simple pretexto para disfrutar del caos y la diversión. Pero esa simplicidad siempre ha sido parte del encanto de Katamari.

Apartado artístico

Visualmente, el juego mantiene su estilo colorido y caricaturesco, con escenarios llenos de detalles, objetos absurdos y esa estética tan única que ha acompañado a la franquicia desde sus inicios. No intenta ser realista, y eso está bien, Katamari siempre ha destacado por su identidad visual tan peculiar.

El salto temporal entre niveles aporta una gran variedad de ambientes, lo cual se agradece. Rodar en la era medieval, en Egipto o en un Tokio futurista hace que cada partida se sienta diferente. Sin embargo, hay momentos en que el rendimiento baja ligeramente, sobre todo cuando el katamari ya es enorme y hay miles de objetos en pantalla.

El soundtrack es simplemente excelente. Mantiene esa mezcla entre lo excéntrico y lo alegre que caracteriza a Katamari, con temas nuevos y también algunos clásicos de entregas pasadas. Es una de esas bandas sonoras que te sacan una sonrisa incluso cuando solo estás navegando por el menú.

Jugabilidad

Aquí es donde las cosas se mantienen fieles a la fórmula original. La mecánica sigue siendo la misma, recolectar todo lo que puedas para formar la bola más grande posible dentro del tiempo límite. Lo nuevo llega con minijuegos, desafíos extra y un modo multijugador en línea que agrega bastante rejugabilidad. Competir contra tus amigos o la IA para ver quién hace el katamari más grande es algo que, honestamente es muy divertido.

También hay una amplia personalización, puedes cambiar el aspecto de tu personaje, los colores de tu katamari, usar sombreros, máscaras o incluso diferentes rostros. Todo se desbloquea al completar misiones y retos, lo que motiva a seguir jugando.

Pero no todo brilla, aunque la rejugabilidad es alta, a veces puede sentirse repetitiva o frustrante, sobre todo cuando necesitas rejugar un nivel varias veces para conseguir objetos ocultos o alcanzar la puntuación perfecta. Y si bien los controles fueron “mejorados”, todavía se sienten torpes en algunos momentos, especialmente con la cámara, que puede arruinar más de una partida. Eso sí, se agradece poder elegir entre el modo clásico o el moderno de control, dependiendo de cómo prefieras jugar.

Conclusión

Once Upon a Katamari es un regreso encantador a una saga que muchos pensaban olvidada. Mantiene intacta su esencia, introduce ideas nuevas y conserva ese toque de locura que la hace tan única. A pesar de sus problemas con los controles y cierta sensación de repetición, el juego logra lo más importante, ser divertido.

No es un título para todo el mundo, su estilo tan particular puede no gustarle a algunos, pero si disfrutas de juegos ligeros, creativos y con personalidad, definitivamente vale la pena darle una oportunidad.

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8

Once Upon a Katamari

No es un título para todo el mundo, su estilo tan particular puede no gustarle a algunos, pero si disfrutas de juegos ligeros, creativos y con personalidad, definitivamente vale la pena darle una oportunidad.

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Pacific Drive: Whispers in the Woods – Reseña

En un mar de juegos de supervivencia donde lo único que cambia es el sombrero del protagonista, Pacific Drive siempre fue el raro del grupo

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Pacific Drive

En un mar de juegos de supervivencia donde lo único que cambia es el sombrero del protagonista, Pacific Drive siempre fue el raro del grupo. No tienes compañeros de escuadrón, ni un perro fiel, ni un fusil con nombre épico: aquí, tu héroe es tu coche. Ese oxidado sedán que se tambalea con cada bache no solo te transporta, sino que te salva, te consuela y te insulta sin decir palabra.

Y ahora, con Whispers in the Woods, su primera gran expansión, Ironwood Studios lleva esa relación hombre–máquina al siguiente nivel. Ya no basta con sobrevivir al caos electromagnético de la Zona; ahora hay que escuchar las voces del bosque y fingir que no te están hablando a ti. Menos tormentas, más paranoia. Menos ruido, más tensión.

Además, hay un detalle crucial: Pacific Drive finalmente llega a Xbox Series X|S, cumpliendo el deseo de muchos jugadores que miraban con envidia desde el otro lado del garaje. Este lanzamiento —acompañado de una versión ya muy pulida en PC y PlayStation 5— abre la puerta a un nuevo público que podrá descubrir uno de los juegos de supervivencia más atmosféricos y singulares de los últimos años.

El juego base era genial, pero con esta expansión, el viaje se vuelve más oscuro, más introspectivo… y mucho más extraño.

Una secta, un coche y demasiados árboles

La historia de Whispers in the Woods te saca de la carretera para lanzarte al corazón de un bosque húmedo, retorcido y lleno de cosas que claramente no deberían moverse. Aquí, una secta obsesionada con las anomalías de la Zona convierte lo inexplicable en religión. No buscan destruir el caos, sino abrazarlo. Y tú, como buen insensato con volante, te metes justo en medio.

El guion no te lanza discursos ni personajes épicos. Prefiere que tú los descubras: notas escritas con sangre, grabaciones medio corruptas y mensajes por radio que suenan como si vinieran de otra dimensión. Todo está dicho, pero nada está explicado del todo, y esa es precisamente la magia.

La narrativa se siente más controlada, más madura. Hay un aire de Control en su tono, un toque de Alan Wake en su atmósfera, y algo de Firewatch en esa soledad cargada de misterio. Dependiendo de cuánto explores, puedes exprimir entre ocho y doce horas de contenido, y lo mejor es que nada se siente como relleno. Cada viaje al bosque tiene propósito, aunque sea el de hacerte dudar de tu cordura.

Jugabilidad: más riesgo, menos brújula

En esencia, Pacific Drive sigue siendo lo que era: un simulador de road trip apocalíptico con tintes de survival horror y crafting. Pero Whispers in the Woods afina la fórmula con nuevas mecánicas y riesgos más extraños.

Las nuevas “piezas sintonizadas” para el coche son un ejemplo perfecto del espíritu del juego. Te dan ventajas, pero a cambio de pequeños sustos.

¿Quieres más velocidad? Tal vez tus faros se apaguen solos. ¿Más estabilidad? Quizás tu bocina empiece a sonar sin motivo. Es una especie de lotería paranormal con el coche como víctima (y tú de copiloto obligado).

Lo único que sigue sin mejorar del todo es la claridad de los objetivos. Hay momentos de absoluta fluidez y otros en los que te quedas mirando el registro de misiones como si fuera una ecuación cuántica. La expansión no te toma de la mano, y eso puede ser tanto un mérito como una maldición.

Sí, tuve que abrir una guía un par de veces. Sí, me sentí sucio por hacerlo. Pero cuando un DLC te deja perdido en la niebla con una brújula que no apunta a ningún lado, la dignidad no te lleva muy lejos.

Más fluido, menos frustrante

Si jugaste el Pacific Drive original en PC en su lanzamiento, probablemente recuerdes los bajones de rendimiento y los bugs que hacían que tu coche pareciera poseído por un demonio del código.

Pero Ironwood Studios ha hecho los deberes: Whispers in the Woods llega con un rendimiento sólido y un nivel técnico que finalmente hace justicia a su ambición.

La versión para Xbox Series X|S mantiene esa estabilidad. Las caídas de frames son cosa del pasado, y conducir entre la niebla, los rayos y los árboles ya no se siente como un acto de fe. Todo se mueve con suavidad, sin sacrificar la atmósfera densa y opresiva.

La conducción sigue siendo uno de los mayores placeres del juego. Pocas experiencias logran hacerte sentir tanto el peso del coche, la fricción de las ruedas o el golpe seco de un árbol que no viste porque estabas mirando el mapa. Sin embargo, los menús y el sistema de crafteo siguen siendo un dolor.

Mover piezas, organizar el maletero o fabricar componentes sigue teniendo la elegancia de un mecánico con guantes de box.

El bosque respira, y tú no deberías

Visualmente, Whispers in the Woods es una obra inquietante. El nuevo bioma —una región boscosa donde la naturaleza parece haberse fusionado con la locura— es tan hermoso como hostil. La niebla se siente espesa, los árboles parecen observarte, y cada ruido hace que levantes la vista del parabrisas.

La banda sonora de Wilbert Roget II vuelve a brillar, mezclando melodías ambientales con coros rituales que erizan la piel. Pero el verdadero protagonista sigue siendo el sonido ambiente: el crujido de las ramas, la estática de la radio, los susurros que surgen sin aviso.

El juego sabe cuándo callar. De hecho, los silencios son sus mejores sustos. Hay momentos en los que solo escuchas el motor y tu respiración, y eso basta para sentirte completamente vulnerable. No hay jumpscares baratos, sino una tensión constante que se mete bajo la piel.

Cada ruta por el bosque es un ejercicio de resistencia emocional: te absorbe, te intimida y, de algún modo, te convence de que sigas adelante aunque todo te diga que des la vuelta.

Equilibrio entre caos y control en Pacific Drive

Pacific Drive siempre ha vivido en ese delicado equilibrio entre el control absoluto y el desastre total. Whispers in the Woods lo refina. No es una experiencia para impacientes, sino para quienes disfrutan del caos como parte del diseño.

Nada se siente gratuito. Cuando el coche se descompone en mitad del bosque o una tormenta electromagnética arranca las puertas, el juego no está castigándote: está recordándote que la Zona no perdona, pero sí recompensa la resiliencia.

Y cuando logras volver al garaje con el coche entero, sientes una satisfacción que pocos juegos pueden igualar.

La llegada del título a Xbox también tiene algo de justicia poética. Era uno de esos juegos que pedían a gritos más visibilidad, y ahora una nueva comunidad puede descubrir por qué Pacific Drive se ha convertido en una especie de culto moderno: un juego sobre conducir hacia lo desconocido, con el miedo como copiloto y la esperanza como GPS roto.

Conclusión: un viaje más oscuro, más grande y más humano

Whispers in the Woods no busca reinventar Pacific Drive, sino profundizar en lo que lo hace especial: su atmósfera, su ritmo y esa mezcla rara de belleza y desesperación que define cada kilómetro recorrido.

Ironwood Studios demuestra madurez. Han tomado un concepto arriesgado —un juego de supervivencia donde tu coche es el protagonista— y lo han llevado más allá. La expansión es más densa, más narrativa y más visualmente impactante. El salto técnico y la llegada a Xbox consolidan a Pacific Drive como una de las experiencias más únicas de su género.

Sí, sigue siendo confuso. Sí, los menús son un lío. Pero cuando conduces por ese bosque, con la radio chispeando y el parabrisas cubierto de niebla, entiendes que Pacific Drive no trata de sobrevivir: trata de seguir avanzando, aunque el mundo se desmorone a tu alrededor.

Gasolina, niebla y pura paranoia

Whispers in the Woods es una expansión brillante y aterradora, una carta de amor al diseño atmosférico y a la locura mecánica. La llegada de Pacific Drive a Xbox Series X|S es la oportunidad perfecta para descubrir (o revivir) uno de los títulos más originales del panorama indie moderno.

No todos entenderán su ritmo ni su silencio. Pero para quienes disfrutan de los juegos que te hacen pensar, escuchar y dudar de ti mismo, este viaje por la Zona no es una recomendación: es una obligación.

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  • Jugabilidad
  • Historia
  • Gráficos
  • Narrativa
  • qualities of life
4

Pacific Drive: Whispers in the Woods – Reseña

Whispers in the Woods no busca reinventar Pacific Drive, sino profundizar en lo que lo hace especial: su atmósfera, su ritmo y esa mezcla rara de belleza y desesperación que define cada kilómetro recorrido.

Ironwood Studios demuestra madurez. Han tomado un concepto arriesgado —un juego de supervivencia donde tu coche es el protagonista— y lo han llevado más allá. La expansión es más densa, más narrativa y más visualmente impactante. El salto técnico y la llegada a Xbox consolidan a Pacific Drive como una de las experiencias más únicas de su género.

 

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