M. Night Shyamalan cierra su trilogía con un capítulo que generará mucha controversia.
Para algunos, el solo nombre del director es ya un signo de advertencia, sin embargo, retomó la confianza de fans y detractores con “Split” (2016), que regresó a Shyamalan como el rey de los giros de tuerca, lo que a su vez provocó que las expectativas sobre la nueva entrega (y culminación de la trilogía) se elevaran a niveles estratosféricos y la gran pregunta es: ¿está a la altura? Su actual 35% de calificación en Rotten Tomatoes nos dice que no, pero yo opino parcialmente diferente.
David Dunn (Bruce Willis) lleva años como justiciero nocturno, los medios lo llaman de diferente manera, pero “El Centinela” es el que más le agrada, una figura encapuchada que sale por las noches a corregir el mal, hasta que surge “La Bestia” (James McAvoy), su contraparte natural que no tiene otra finalidad mas que la de “limpiar” el mundo de los “impuros”, es decir, personas que nunca han sufrido en su vida. Ambos son apresados y llevados a una institución psiquiátrica, lugar en el que son atendidos por la doctora Ellie Staple (Sarah Paulson) para curar su “delirio de grandeza”, mismo lugar en el que “casualmente” se encuentra recluido desde hace años “Mr. Glass” (Samuel L. Jackson) a quien mantienen sedado y en un estado mas bien hipnótico. Poner a estos tres personajes en un mismo lugar no es buena idea y posiblemente la humanidad sufra las repercusiones.

LO BUENO:
El regreso del reparto original, lo que le da un aire de continuidad de manera efectiva a la historia.
La maravillosa actuación de James McAvoy quien ya había dejado clara su calidad y camaleónica actuación en “Split” pero que junto con el director dan un paso más y sorprenden a todos con su cambios instantáneos “físicos”, de acento o personalidad, el trabajo corporal del escocés lo pone claramente como uno de los mejores actores de su generación.
La fotografía, con cuyos colores ubica a cada uno de los participantes en un ambiente adecuado para su desarrollo.
La música y sonidos incidentales que permean la atmósfera del sentimiento necesario para las escenas.
El sello de la casa de M. Night Shyamalan (del cual no puedo decir más para evitar spoilers).

LO MALO:
La lentitud con que la historia avanza, es decir, ya tuvimos dos películas para saber las intenciones de los personajes, su “origen” por así decirlo, y sin embargo Shyamalan se toma un largo tiempo para de nuevo contrariar y confundir al público, aderezado además con humor innecesario y hasta (por momentos) una sobreexplotación del talento de McAvoy.
El guión se explica demasiado a sí mismo, no solo subestimando al público sino llenando la historia de situaciones o diálogos vacíos y repetitivos de los personajes.
El manejo de la cámara no es el mejor, si bien es arriesgado e incluso “experimental” hay tomas y ángulos completamente fuera de lugar y que visualmente en lugar de sorprender molestan y estorban en el desarrollo estético de la narración.
Casey, el personaje de Anya Taylor-Joy, quien había dado una interpretación formidable en “Split” regresa totalmente carente del “carisma y fuerza” que transmitió en aquélla para formar en esta un papel más bien de relleno que junto con los demás personajes secundarios podían (narrativamente hablando) dar más de sí.
VEREDICTO:
Sentimientos encontrados y polémica es lo que ha generado en mí. Con todo lo malo, “Glass” es una película que me gustó mucho aunque técnicamente está lejos de ser el mejor trabajo del director, que desesperanzado y desilusionado vi como la primera hora transcurría sin otro destino más que el fracaso, pero que tiene un tercer acto que casi rescata todo lo demás, con momentos para que los amantes de los cómics rían y se enfurezcan por igual, maravillosas actuaciones bajo el yugo incierto de un director adicto a los finales sorpresivos, pero que en este caso, casi logra salirse con la suya. Recomiendo mucho que vayan a verla, confíen en que la primera hora solo les está pavimentando el terreno para algo mucho mejor, sobre todo si son fanáticos de sus entregas anteriores o del director en general, si bien no cumplirá quizá con las expectativas de todos, cierra dignamente una trilogía de un director que desde siempre se ha arriesgado a escribir historias diferentes (no siempre del agrado popular).