Necesitamos más películas así, aunque duelan. “Ellas hablan” llega a decir lo que muchas mujeres no pudieron ¿Merecidas nominaciones al Oscar? Acá te contamos.
El cine siempre me ha parecido una valiosa herramienta de consciencia social (en las manos adecuadas), y las tramas lideradas por mujeres han ido en aumento de manera afortunada, muchas veces para exponer el lodazal en el que nos movemos como sociedad, en el caso de “Ellas hablan”, la oportunidad de compartir un dramático (y ojalá inverosímil) acontecimiento real que estremece de lo actual que resulta.
La directora Sarah Polley se hace de un reparto casi en su totalidad femenino para darle vida a este terrible episodio, y su elección no fue azarosa, grandes nombres aparecen en el póster y no hay una sola que no entregue un trabajo de altísima calidad y que nos hace cuestionar las razones por las cuales ninguna de ellas aparecen dentro de las nominaciones al Oscar.
Antes de pasar al siguiente párrafo, me gustaría dejar constancia de algunos de los nombres que fortalecen este drama: Rooney Mara, Claire Foy, Jessie Buckley, Frances McDormand, Judith Ivey, Kate Hallet, Liv McNeil, Sheila McCartthy, Michelle McLeod, August Winter.

¿DE QUÉ TRATA “ELLAS HABLAN”?
En una comunidad de formas tradicionalistas y religiosas, las mujeres han sido constante objeto de abuso por parte de sus vecinos, “amigos” y hasta familiares. No es suficiente con relegarlas a los asuntos domésticos, someterlas al maltrato físico o que no tengan voz ni voto en una comunidad que no les permite el acceso a la educación, pues una ola de violaciones se suscitan de manera periódica en el poblado y las mujeres solo se dan cuenta al despertar denigradas, utilizadas, adoloridas, golpeadas y, la mayoría de las veces, ensangrentadas. El modus operandi de los violadores parece consistir en un sedante que les permite saciar sus bajos instintos bajo el cobijo de la religión local, que insiste en que son demonios o delirios femeninos los causantes del aberrante acto.
Las mujeres deciden tomar parte activa en la solución del conflicto y capturan a un culpable que las conduce al señalamiento de otros, todos van presos mientras que los hombres restantes van a la ciudad a intentar pagar la fianza de los detenidos. Dos días tardarán los hombres en regresar. Dos días tienen la mujeres del pueblo para pensar qué hacer. Dos días en los que las única opciones son: No hacer nada, quedarse y pelear o irse. Esta película nos cuenta esos dos días.

LO BUENO
Como dije anteriormente, el reparto hace un excelente trabajo, curiosamente ninguna sobresale sino que todas están en equilibrio en un altísimo nivel, independientemente de su mayor o menor exposición en pantalla.
La fotografía de colores fríos y pálidos nos hace sentir en un lejano tiempo, que junto al vestuario casi nos reconforta con la idea de que esas violentas costumbres ya quedaron atrás, pero hay una escena que claramente nos indica el año en el que transcurre la historia y tristemente nos damos cuenta que el color no obedece a remotos tiempos, sino a la eterna pausa que los hombres decidieron colocar a toda la comunidad, una decisión que embellece apenas lo suficiente una narrativa que debe ser cruda en sus modos, y en este sentido, es más que acertada.
El reparto obedece también al reflejo de distintas edades y pensamientos. Mujeres de edad avanzada, que no conocen otra forma de vida; mujeres más jóvenes, con espíritu de lucha y adolescentes o niñas que batallan por comprender el enorme peligro en el que viven. Este vaivén de ideas fluye de manera muy orgánica por parte del guion y muestra un catálogo amplio de preguntas y respuestas que asegura que se abra la conversación, una conversación necesaria por parte del espectador una vez que la pantalla se va a negro.
El diseño sonoro aporta a la narrativa, no solamente porque el canto es una constante vía de escape y alivio para este grupo de mujeres, sino porque la música de Hildur Guðnadóttir (“Joker”, “Tár”) acompaña muy bien el drama y finalmente la adición de unas campanas que acompañan las pesadillas de las mujeres, esas campanas nos persiguen incluso hasta los créditos finales y ya nunca sonarán igual.
La película logra momentos dolorosos pero necesarios, el consejo de que vaya acompañado de pañuelos desechables es opcional, pero en cualquier caso lo menciono como un halago.

LO MALO
El catálogo de atrocidades, aunque efectivo, opaca el posible desarrollo de personajes, el guion es claro y directo a la hora de mostrar sus conflictos sociales e internos, pero se queda corto en construir su pasado, lo cual podría ser intencional, pero me impidió (narrativamente hablando) sentir mayor conexión dramática con los personajes. Los hechos son violentos, duros y por demás dolorosos, pero fuera de que conocemos los nombres, bien podrían ser víctimas anónimas. Como dije, esto puede ser buscando una conexión más universal, pero interrumpe el impacto dramático que se vendría en cascada de haber trabajado más el desarrollo de personaje.
Ben Wishaw, la única aparición masculina con peso (y quien también hace un gran trabajo), representa al único aliado dentro del círculo femenino, si bien es clara su función de mero oyente, me pareció que estructuralmente está un poco de sobra y está ahí para representar algo obvio pero inútil en su entorno: no todos los hombres son malos.
También considero que el gran repertorio de ideas que se ponen sobre la mesa pueden ser, hasta cierto punto, contradictorias. Lo normal en cualquier ambiente real de mujeres, hombres o seres humanos en general, pero que cortan el rumbo del subtexto que la propia película pretende y se siente (otra vez) como un intento de no radicalizar su discurso.
Aunque por momentos inteligente, no se salva de algunos clichés, sobre todo al final, que dan una nota de esperanza, lo cual quizá se agradece en un sentido de “entretenimiento” (o “apapacho”) para quienes acudimos a una sala de cine, pero mantener el tono oscuro y pesimista creo que hubiera funcionado mejor.

VEREDICTO
No importa cuántas películas se tengan que hacer sobre el tema, qué tan bien o mal resulten, el desprecio femenino que ciertas conductas sociales han perpetuado o hasta cobijado debe parar. Para mí el principal poder de “Ellas Hablan” es que literalmente intenta hablar con sus espectadores, mostrando un caso tan extremo que en muchas de sus notas es un reflejo totalmente actual, algunos de los eventos retratados son tan atroces que desearíamos que todo fuera parte de la ficción o de la novela de Miriam Toews, pero no es así, las mujeres son violentadas de una y mil maneras en el día a día de cualquier lugar “civilizado” y solo basta con escuchar las noticias cualquier día de la semana para dar constancia de ello.
Es mi obligación señalar lo que (para mí) no cuajó del todo bien en este drama, que por otro lado, recomiendo mucho que se den oportunidad de ver, si se puede acompañado de alguien de sexo distinto al suyo para que la conversación se enriquezca lo más que se pueda, y si usted es hombre haga lo que Ben Wishaw, cuando las mujeres hablen de lo que padecen desde su perspectiva y por culpa de ser mujeres, no hablen, solo escúchen (y ojalá actúen en consecuencia).
Con solo dos nominaciones al Oscar en sus espaldas (se merecía unas más), podrán ver esta película en salas nacionales a partir del jueves 2 de marzo y no me queda más que insistir en la invitación a que se den oportunidad de abrir una ventana que tal vez los incomode, pero que no deja de ser necesaria.