Russell Crowe interpreta al padre Gabrielle Amorth, jefe de exorcistas del Vaticano ¿Buen pretexto para una película de horror? Acá te contamos en nuestra reseña sin spoilers.
El padre Gabrielle Amorth fue nombrado exorcista jefe de la Diócesis de Roma en 1986, así que el título de “El exorcista del papa” no solo es llamativo sino hasta cierto punto verídico, se dice que tuvo más de cien mil encuentros con el maligno y uno de ellos es retratado en esta nueva película basada (supuestamente) en los archivos del propio Amorth.
Yo sé que la idea suena más que atractiva, pero vengo a romperles un poco la falsa idea que propone el tráiler, que si les llama la atención la película recomiendo no verlo, ya que el horror de su temática y presentación inicial no son lo que parecen y creo conveniente ponerlos sobre aviso respecto algunos detalles que quizá hagan más disfrutable su experiencia. Sigue leyendo para enterarte cuáles son.

¿DE QUÉ TRATA “EL EXORCISTA DEL PAPA”?
Una familia estadounidense se ha mudado a España después del reciente fallecimiento del padre para reclamar una antigua abadía (herencia familiar), la intención de Julia (Alex Essoe) es arreglar lo más que se pueda la antigua construcción para poder regresar a su país natal, mientras que sus hijos Amy (Laurel Marsden) y Henry (Peter DeSouza-Feighoney) están en completo desacuerdo y rebeldía ante el viaje, Henry por su parte lleva un año sin hablar desde que fue testigo de la muerte de su padre en un accidente automovilístico mientras viajaba con el. La abadía esconde más secretos que simple polvo y grietas, es la curiosidad de Henry la que lo lleva a los niveles inferiores y a partir de ahí parece desarrollar los claros signos de una posesión.
El caso parece ser de alta sensibilidad para el Vaticano debido al lugar en el que la posesión ocurre, así que el mismo Papa (Franco Nero) envía a su exorcista de mayor confianza, el padre Gabrielle Amorth (Russel Crowe) para verificar la posesión y solucionarla en caso de ser necesario. Es a la llegada de Amorth que inmediatamente siente la presencia de un espíritu maligno y poco a poco irá descubriendo que no es la primera vez que la iglesia se enfrenta con este poderoso demonio, por lo que las probabilidades de supervivencia son pocas.

LO BUENO
El sonido, elemento indispensable para una buena película de horror es efectivo y sin duda es lo primero que aparece y por lo tanto lo primero también en mencionarse, culpable de todos los momentos de tensión y gran apoyo en los jumpscares en un producto que tiene los elementos clásicos de una película de posesión.
Al diseño sonoro se le agregan las bondades de los departamentos de efectos especiales, escenografía y por último maquillaje (ya que no es del todo perfecto, sobre todo al final), que gracias a las cumplidoras actuaciones del reparto, hacen que los momentos de tensión sean varios y hasta cierto punto creíbles y propositivos a la hora de contar una historia que ha sido llevada incontables veces a la pantalla grande.
A pesar de que no funciona del todo bien, se agradece la intención de ofrecerle al público algo diferente en cuanto a su narrativa, con un Russell Crowe que deja en claro sus habilidades histriónicas, pero el guion palidece precisamente ante estos “distintos” momentos de humor (voluntario o involuntario) que comienza con el personaje algo juguetón y cínico del padre Amorth, pero llega a grados casi ridículos en otros episodios sobre los cuales se hablará más adelante.
Finalmente se aplaude la crítica a la iglesia misma, haciendo quizá referencia a la propia vida del Padre Amorth que no tenía pelos en la lengua al señalar algunas deficiencias de su “lugar de trabajo”, pero a la vez replica su infantil filosofía de echarle la culpa a Satanás y sus tentaciones como la causa del mal que aqueja no solo a la iglesia sino al mundo entero, infiriendo que fue a través de posesiones a lo largo de la historia que el mundo ha sido azotado por la desgracia, en el caso de la película: La creación de La Santa Inquisición.

LO MALO
La película comienza muy bien, sumando uno a uno los elementos clásicos del horror, que fuera del extraño (inicialmente al menos) acento “italiano” de Russell Crowe, tiene una presentación bastante seria con respecto al género, sin embargo es también muy pronto dentro de la película que comienzan a aparecer pequeñas señales (muy descaradas a partir de la mitad) de que esta no es precisamente una película 100% recargada en el horror. Lo cual es una espada de doble filo y puede funcionar de maneras muy distintas, decidí colocar esta característica dentro de lo malo porque no tengo la menor duda de que los fanáticos del género, de las posesiones y exorcismos, así como los que irán a ver la película atraídos por su engañoso tráiler saldrán algo decepcionados.
Pero entiendo también que la película tiene todo la propuesta de los personajes de actualidad, anti héroes que se permiten salir del rígido estereotipo de su personaje para brindar momentos más relajados y en este caso le tocó a Russell Crowe ser el “padre cool”, el tío que aún busca llevarse bien con la chaviza, lo cual quizá no tendría nada de malo de no ser porque es muy posible que Gabrielle Amorth esté dando de volteretas en su tumba dentro de la Iglesia de Santa María, Reina de los Apóstoles en Italia.
Estos constantes momentos de humor desbaratan los (varios) ambientes de miedo para convertirse lentamente en el inicio de una saga de superhéroes, más cercana a un “Constantine” (2005) con sobrepeso o “Los Cazafantasmas” (1984), que a la legendaria “El Exorcista” (1973). Quizá si esta película se hubiera lazado en los ochentas con Bill Murray como protagonista hubiera sido tremendo éxito de taquilla, pero que hoy en día me guardo mis reservas frente aun público tan celoso como es el amante del terror/horror.
Tanto el sonido como el maquillaje, alabado en párrafos anteriores, van bajando su nivel conforme la narrativa se vuelve también mas ridícula y dudo que haya sido su intención que la voz (y ciertos diálogos) del demonio resultaran cómicos en la cara de un niño, rostro que comienza bastante bien maquillado pero que al final los prostéticos impiden que el pequeño actor tenga la mínima expresión actoral, para convertirse en un mini Frankenstein que no le dará miedo a nadie.

VEREDICTO
Como ya comenté anteriormente, esta no es la primera ni última vez que un exorcismo es pretexto para una película de horror, dentro de estos numerosos ejemplos hay algunos mejores que otros, pero “El exorcista del papa” si que es la primera en llevar la figura del Padre Amorth al terreno de la ficción, y las libertades creativas van más allá de la exageración del suceso con efectos especiales, decisiones que van a polarizar al público con respecto a su recepción, pero que tiene una pequeñísima área de oportunidad entre los espectadores que acudan a la película sin esperar otra cosa más que vacío entretenimiento dentro de su hora cuarenta de duración.
En lo personal (y mal guiado por el tráiler) para mí fue demasiado tarde entender que estaba frente a un híbrido de géneros, por lo que con reservas claras para evitar spoilers, he intentado salvaguardar y advertir un poco a los que hayan leído hasta el final, para que su experiencia sea menos amarga. Sobre todo porque ambos tonos dentro de la narrativa se estorban entre sí, el humor opaca el ambiente tétrico y viceversa, la película hábilmente se parte en tres narrativas paralelas para darle mayor ritmo a una historia que apenas si se sostiene por sí misma.
Se agradece la intención, el experimento, la ligera crítica religiosa, el recargarse en eventos y personajes históricos, pero este amontonamiento de ideas y propuestas puede que no resulten en algo positivo para todo tipo de público. Sin embargo no me queda más que invitarlos (y ya sobre aviso) a que sean ustedes quienes juzguen mejor el reciente trabajo del legendario “Máximo Décimo Meridio”, y acudan a las salas a partir de este 5 de abril (aprovechando que son días santos) para ver una batalla más entre el bien y el mal y decidan de qué lado están.